Mis memorias, de África

Publicado: 24 de noviembre de 2012 en Familia Pérez, Gil Márquez, Mis historias, Primeras historias
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Voy a seguir aquí con la historia de mi historia, justo a partir de nacer.

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En varias ocasiones he hablado de mi padres, de mis hermanos, de mi hija Sara, de y hasta de mi libro. Ahora voy a contar lo que yo creo que pasó desde que nací hasta un momento cualquiera de mi vida.

Esto no es una historia triste, por supuesto. Pero si alguien prefiere vivir aquel trozo de mi vida pensando en los años en «blanco y negro», le dejo aquí una música para que lo acompañe mientras lee.

Yo viví una época indeterminada, atrapada entre la posguerra avanzada y la edad moderna. Conocí la máquina de escribir, el juego de Donkey Kong y el iPhone.

Fui y soy un niño feliz. De los que no tenían nada y lo tenían todo. En mi casa no había WC, ni sabíamos qué significaban esas siglas. Cuando uno tenía un «apretón» buscaba algún «hueco» y se aliviaba como podía. Había en la zona varios sitios donde hacerlo. Era lo más normal que cuando llegabas al sitio aguantando a más no poder, te encontraras a alguien que había tenido tus mismas «inquietudes» unos minutos antes. Allí estaba tu vecina cincuentona con su culo blanco al aire. Te miraba con cara de no sé qué y tú te ibas al WC público más próximo, que en ocasiones, pocas, eso sí, también estaba ocupado. ¿Qué papel usabas? Pues, en la mayoría de los casos, el que te propiciaba la madre naturaleza. Unas plantas parecidas a la hierbabuena, con el mismo olor y un tacto suave que te dejaban tus partes pudendas bien limpias y olorosas. El papel higiénico era entonces un bien preciado (Como las Galerías) al que nadie ponía inconveniente, ni siquiera el mismo Greenpeace.

Cuando yo crecí no había luz, ni falta que hacía, !!para lo que había que ver¡¡ Calentábamos el agua al sol y en invierno a la candela. Se usaba una especie de cubo con lo que se conocía como «alcachofa» que colgábamos de una puntilla de los maderos del techo. En el suelo, para recibir las aguas, colocábamos un recipiente, «baño» para los nativos, que una vez terminada la faena, derramábamos en la «cuneta» más próxima. Este acto se producía, sin falta, cada domingo, como lo hacía mi vecina Filomena. Recuerdo el gel «Nelia» y el secarte tras el baño al calor de la candela. Todo ello en presencia de toda tu familia que aguardaba en la misma instancia al calor de la «copa» o brasero.

Yo jugaba con las bellotas y sus «carapullos» (lo que los Peritos llaman cúpula), con latas de sardina y con tapones de «La Casera». También nos dedicábamos al deporte rey, el fútbol, no a matar elefantes, que alguno lo habrá pensado. Por entonces disponíamos de uno de los estadios más conocidos en la comarca, el famoso «Estadio de Las Barranquillas Arena». Lo de Arena se lo he añadido yo, en parte porque suena más moderno y en parte porque el suelo del «campo» era de ese material (conjunto de partículas de rocas disgregadas, que diría el Perito).

No se puede olvidar aquí que yo me crie en una pequeña aldea que por entonces contaba con unos 50 o 60 habitantes. Un lugar donde el viento daba la vuelta y al que, como diría algún ateo, no iba ni Dios. Aquí os la muestro en todo su esplendor. Le he dado el toque «blanco y negro» para acompañar a los que leen con la música. Consta de una calle y media. Yo vivía en la media. Es casi como la canción de Marco: !!! Al pie de la montaña, en una humilde morada…¡¡¡

Cada estación del año tenía lo suyo. Cada año se repetían los mismos acontecimientos y los mismos «rituales». En eso no hemos cambiado y se sigue haciendo lo mismo en todas las partes del mundo. El ciclo de la vida, que diría el Rey León.

En verano, después de ver, cuando ya «vino la luz», El coche fantástico, El gran héroe americano, El halcón callejero o La fuga de Logan, nos íbamos a bañar a la ribera. Eran muy conocidos los torrentes y lagunas de «El Bañista», «El Charco la Sarna», «Pasajuana», «Los Botellos» y un sin fin de sitios a los cuales nunca íbamos. Por la tarde/noche nos juntábamos en el paseo (Poste para los nativos) y nos comíamos un «polo» de los que hacía Bayón, el dueño del bar, a base de Casera, un trozo de caña y algo de agua. Todo ello mezclado en un vaso de segundas manos de Danone. !!!Estaba riquísimo¡¡¡

En otoño, a parte de la vuelta al cole, llegaba la época de las castañas, bellotas, granadas, membrillos, uvas… y todo lo que se le pudiera hurtar al vecino. También, el deterioro de los pastos y el olor a tierra mojada. El día 1 de noviembre, cantábamos de casa en casa la famosa canción de «Los tosantos te pedimos y nos los tienes que dar…» Los vecinos salían a la puerta y nos daban un poco de todo, que después nos comíamos alrededor de una hoguera (candela para los oriundos).

Aún vive Mariano. Cuando llegábamos cantando a su puerta, salía dando voces y haciendo ademanes como si nos fuera a pegar. Todos salíamos en desbandada. Al final se reía y nos daba uvas, castañas o lo que tuviera por allí.

Ahora ya no se canta. Los niños del pueblo cercano van por las casas disfrazados de esqueletos, brujas y vampiros y, bolsa en mano, les piden caramelos a los vecinos diciéndoles «truco o trato (trick-or-treat en inglés)».

El invierno llegaban los Reyes Magos. No existía entonces Papá Noel ni Halloween. También llegaba el granizo, las heladas y las goteras en el techo a «teja vana».

La primavera, además de que «la sangre altera», traía los grillos, las margaritas, las romerías y La Pascua. Bonito momento este en que nos reuníamos en el campo con nuestros huevos cocidos y pintados (Huevos de gallina), un columpio de soga colgado en cualquier encina y el partido de «los casados contra los solteros».

Para terminar, quiero nombrar a dos «personajes» que siempre estuvieron. Dos personas que todo el mundo recuerda. Candelaria, que todavía sigue por allí dando guerra, y Jacinto o Jarcinto, como él decía llamarse. Aquí habría muchas cosas que contar, pero esa es otra historia y deberá ser contada en otro momento.

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comentarios
  1. Pues sí, tendré que hacer una segunda parte con todo eso que decís. jjejejejee.

  2. Juan lope dice:

    jejejejej que grande el relato… tambien comentar la llegada de los «veraneantes», y las siestas que nos pegabamos jugando al domino, al cuadrao y al cortao, a la ruta del tesoro, al kiriki, a tocino… y esas tardes que nos pegabamos cuando alguien llegaba del trabajo y gritaba «UN PARTIDOOOOOOOOOOO»… o cuando nos daba por jugar al beisbol, baloncesto o voleibol…creo que poca gente ha tenido una infancia tan grande como la nuestra… mencion honorifica a federico y su land rover (en paz descanse) y a jose manuel y su mercedes, por las palizas que se pegaban para que fueramos a las fiestas…

    saludos

  3. angeles dice:

    yo contaba a una mujer en noviembre lo que tu cuentas sobre los » tosantos» y me dijo que nunca habia escuchado nada de eso

  4. Rosa dice:

    Ehhhhh se te olvidarón los saltos sobre las botellas de plastico vacias para ver quien mandaba el tapón más lejos (no se porque pero yo era de las que más lejos los mandaba… sería por el peso?) Las excursiones a la antigua estación… poniendo en peligro nuestro físico entre cascotes… la guerra parecía haber pasado por alli… seguirán nuestros valiosos escritos en las pocas paredes que quedaban? (me gusta tu pijama de lunares) y esas noches tirados en la carretera mirando las estrellas desoyendo a nuestros mayores que nos decian que nos podía picar un alacran o una viboraaaaaaaaa…. Aún no se como sobreviví!!!! caminatas hasta almonaster to chulos pa ir a las fiestas y la vuelta o parte de ella con unas 14 personas metidas en un renault 5… jejejejejeje y no cuento más porque yo viví poco de aquello pero podría hacer un libro con tantas cosas de las que me acuerdo… Hasta de las baterias para que las cosas que iban a luz funcionasen de alguna manera (es que de entre los pobres mi familia eran unos pobres pero con estilo)… Aquellas mediodias después de comer sentados con la espalda apoyados en la pared de tu casa comiendo un melocotón… Diossssssss como sabía… y los helados de tomate o de moras…. Los culazos en los charcos… (los mios claro… que una es de ciudad y tiene pies de princesita y se escoñaba por todos lados) …. Hayyyyyyyy que sí… que sí… que ya me callooooooo!!!!

    P.D. Nunca en la vida he tenido mejores duchas que con aquella agua calentada al sol.

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